¿TE AMO, O ESTOY OBSESIONADO CONTIGO?

Se supone que el amor nos haga feliz. Se supone que cuando estamos enamorados nuestros días sean más alegres, los problemas menos severos, y tengamos una actitud más positiva hacía la vida en general. Pero que ocurre, ¿Cuando el amor es causa de ansiedad?, ¿Cuándo me quita la paz? ¿Será amor, o será obsesión?

Para aclarar estas diferencias podemos comenzar por definir lo que es amor y diferenciarlo de lo que es obsesión.

El amor supone ser un conjunto de sentimientos que liga una persona a otra, a animales, cosas o ideas. Entre humanos puede basarse en afinidad, o en complementariedad. Dicho en otras palabras, te amo porque te pareces a mí en algunas cosas, y/o porque en nuestras diferencias me completas y me haces mejor. Podemos amar a nuestra familia y amigos, pero en el amor pasional se añade un componente de deseo e intimidad que, a su vez, puede incrementar el amor sentido al asociarlo con satisfacción y placer físico. Las emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas y en ocasiones pueden llegar a ser irresistibles. En momentos en las que el amor no es correspondido o no puede ser satisfecho, ya sea por rechazo, ausencia, o distanciamiento, puede tornarse muy poderoso pudiendo llegar inclusive a tornarse obsesivo.

La obsesión es otra cosa, la palabra proviene del término en latín obsessío que significa asedio. Supone describir una idea, deseo o preocupación que no se puede apartar de la mente. Obsesión hace también referencia a una perturbación del ánimo producida por una idea fija que de forma tenaz y persistente asalta la mente. En los casos más extremos puede estar en desacuerdo con el pensamiento consciente de la persona quien puede intentar liberarse de los mismos sin lograrlo. La obsesión puede manifestarse sobre cosas, como por ejemplo alimentos, con ideas, por ejemplo de limpieza, con actos, por ejemplo de lavarse las manos, o con personas. Se entiende que en muchos de los casos de crímenes pasionales puede haber un componente de obsesión.

Como vemos el amor y la obsesión no son la misma cosa. Se supone que el amor es un sentimiento que construye, que ayuda a vivir, mientras que la obsesión puede entorpecer la vida misma. El amor puede, en algunas instancias, incluir un componente de obsesión, pero en circunstancias normales el amor debiese ser más natural y más fluido. La obsesión puede ser más posesiva, un sentimiento más rígido, mientras que el amor saludable supone ser más flexible. Cuando amamos a alguien, y ese amor es correspondido, no necesitamos la presencia de la persona amada de forma constante. Dado que ese amor es correspondido y se concretiza en expresiones de afecto e intimidad, podemos compartir y dejar compartir con otras personas como amistades y familia sin sentirnos amenazados o ansiosos.

Pueden haber momentos en que el amor puede asumir tonalidades obsesivas sin ser destructivo. En instancias en que las circunstancias obligan a separaciones y distanciamientos, temporales o permanentes, la incapacidad de satisfacer la necesidad de contacto y de expresión puede hacer que el amor parezca obsesión. Pero mientras se mantenga la capacidad para continuar realizando otras actividades significativas, continuamos siendo saludables; solo que muy enamorados.

Pero existen instancias en que el amor puede tornarse realmente obsesivo y no saludable. Si somos inseguros, si enfrentamos trastornos emocionales, y sobre eso no somos correspondidos, puede que no poseamos el balance mental para aceptarlo y continuar con nuestras vidas. En esas instancias eso que llamamos amor puede degenerar en una obsesión destructiva, y si no tenemos cautela podemos hacerle daño a la persona amada y a nosotros mismos. En esos momentos lo más saludable será intentar dialogarlo con alguien de confianza, y en casos extremos solicitar ayuda profesional.

El amor no es obsesión, y no debe serlo.

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