¿QUÉ ES LA CRIMINALIZACIÓN DEL VIH?

En Texas, un hombre VIH+ cumple una condena de 35 años por escupir a un oficial de policía. En Iowa, un hombre VIH+, que tiene una carga viral indetectable, recibió una sentencia de 25 años después de un encuentro sexual de una sola noche en la cual utilizó condones. Su condena fue suspendida pero tuvo que registrarse como ofensor sexual, y no se le permite contacto sin supervisión con sus nietos, sobrinos y otros niños. Un hombre VIH+ en Michigan fue acusado bajo la ley anti terrorista de posesión de un “arma biológica” luego de que supuestamente mordiera a su vecino.

Todos estos son ejemplos de instancias en los que se ha juzgado a la persona por ser VIH+, o la pena aplicada fue agravada por serlo. Al momento de redactar esta nota se sabe que no existe diferencia en cuanto a expectativas de vida entre una persona VIH- y una VIH+ que recibe medicamentos y mantiene su carga viral bajo control. Se sabe además que la probabilidad de que una persona con una carga viral indetectable le transmita el VIH a otra con quien tiene sexo es mínima, o no existente; inclusive aunque el sujeto VIH+ sea activo y eyacule “adentro”. O sea, la calidad de vida de las personas VIH+ ha mejorado considerablemente, y las probabilidades de trasmisión del virus por parte de una persona que siga su tratamiento son mínimas. Los avances en ciencia y tratamientos han mejorado considerablemente, pero el prejuicio, miedo y desconocimiento continúan sin mejorar.

Cuando se habla de criminalización del VIH, y las personas VIH, se refiera a categorizar como actos criminales el no informar el estatus VIH, a la exposición potencial, y a la transmisión no intencional del mismo. El argumento que se utiliza regularmente es la protección de la población que no es VIH. Sin embargo en la Conferencia Vulnerabilidad y VIH en Europa, celebrada en Madrid en el 2010, se concluyo que la criminalización del VIH y de las conductas de riesgo amenaza llevar la epidemia a la clandestinidad. Se entiende que esto tendría la consecuencia de alejar a los grupos más vulnerables de los esfuerzos de salud pública. Se entiende además que desalienta el hacerse la prueba para determinar contagio porque las personas pueden asumir la actitud de que si me van a señalar y marginar, pues mejor no me entero.

Otra posible consecuencia de la criminalización del VIH es crear una falsa sensación de seguridad. Como se especificó en la Declaración de Oslo, en febrero de 2012, la epidemia del VIH se incrementa por la transmisión de infecciones sin diagnosticar, y no por personas que conocen su estatus positivo. De modo tal, criminalizar a quienes saben su estado serológico no contendrá la epidemia.

Aunque se reconoce que en instancias en que hubiese intencionalidad se pudiese procesar judicialmente, se aclara que estas son muy poco inusuales y que ya existen leyes para actuar sobre estos, por lo cual no es necesario crear leyes nuevas que criminalicen la condición.


Como vemos nadie gana cuando se criminaliza el VIH y las personas VIH+. Como se dijese anteriormente, el mayor riesgo de contagio no está en las personas que saben que son VIH, está en las que no lo saben, o las que no quieren pensarlo. Así que si realmente nos importa mucho una posible transmisión con esta condición lo mejor es asumir que Todo el mundo es VIH, y tomar previsiones como tal.
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