¿QUÉ ESPERA EL DEPARTAMENTO DE SALUD PARA APOYAR EL PREP EN PUERTO RICO?

Mientras en ciudades como Nueva York, San Francisco, Seattle y Chicago las autoridades de salud pública apoyan la rápida expansión del acceso a la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP) como método de prevención contra el VIH, en Puerto Rico el Departamento de Salud parece mudo ante este nuevo avance científico.

Las organizaciones de la comunidad LGBT tampoco han hecho un gran esfuerzo por poner presión pública sobre el Departamento para que se establezca un plan claro para hacer accesible el PrEP en especial a las poblaciones en riesgo que más se beneficiarían de tener disponible esta opción.
En la categoría de riesgo denominada “hombres que tienen sexo con hombres” hay unos grupos que tienen aún más riesgo, incluyendo los trabajadores sexuales y las parejas de personas VIH+.  Por algún lugar se debe empezar.
El PrEP consiste del uso de uno de los medicamentos más comunes para el tratamiento contra el VIH pero de manera preventiva.  Es decir, se toma la medicina no para tratar el virus, sino para evitar el contagio.
El Recinto de Ciencias Médicas ya ha apoyado los estudios con PrEP en Puerto Rico.  Las organizaciones que sirven a la comunidad LGBT en la lucha contra el VIH como Coai y Concra también han discutido con organizaciones homólogas en EEUU sobre la introducción del PrEP en la Isla.
¿Qué ha ocurrido entonces?  Sin el apoyo del Departamento de Salud, en especial de la Administración de Seguros de Salud (Tarjeta de Salud), el acceso a PrEP, el cual tiene unas consideraciones de costos significativas, no es posible en la práctica, aún cuando cualquier médico puede recetar PrEP.
Es importante notar que en Puerto Rico apenas se conoce sobre el PEP (Profilaxis Post-Exposición).  El Departamento de Salud no ha invertido fondos para que se conozca sobre este otro uso de los medicamentos contra el VIH (que en este contexto se comienzan a tomar luego de la posible exposición, como han hecho los trabajadores de hospitales y laboratorios durante muchísimos años ya -haciendo posible que se evite la transmisión por accidentes con jeringuillas o durante operaciones-).
Esta negligencia del Departamento de Salud podría ser un reflejo de la homofobia institucionalizada que sufrimos las comunidades LGBT en Puerto Rico.
Pero también es reflejo del conservadurismo y la resistencia al cambio que vemos en casi todos los aspectos de la vida en nuestro país.
No hay ninguna razón científica para que los puertorriqueños seamos discriminados por nuestro propio gobierno por ser gays y por el gobierno y las organizaciones de EEUU que nos ignoran a pesar de ser partes del sistema de salud federal.
El derecho a usar o no PrEP debe ser una opción individual, de la misma manera que lo son los anticonceptivos para las mujeres.  El derecho a la salud sexual es un derecho humano básico según las Naciones Unidas.
El PrEP no puede ser un privilegio para la gente rica en las grandes ciudades de EEUU.  Los puertorriqueños gays no somos personas de segunda clase y nuestro gobierno y nuestras organizaciones a favor de los derechos LGBT y en contra del VIH deberían estar claros en que expandir de immediato la oportunidad de usar PrEP es parte de sus responsabilidades.  No puede haber más excusas y no hay más tiempo que perder.

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