CAUTIVANTE E HISTRIÓNICA LA PIEZA TEATRAL LADY DOMINA
Visitar El Corralón de la Calle San José del Viejo San Juan para ver teatro es siempre una experiencia sorprendente, de una manera u otra. Anoche fue un momento mágicamente surrealista, pues tuve la oportunidad de ver la pieza teatral Lady Domina, del dramaturgo colombiano, radicado en Buenos Aires, Paul Caballero.
La obra narra las aventuras y desventuras de una cruel y ególatra marquesa del siglo XVII, que vive enajenada pensando en tiempos pasados y obsesionada con títulos nobiliarios y una fortuna que desconoce ya extinta, pues su mayordomo Sigfrido le ha ocultado su precaria realidad económica. La versión boricua de esta pieza es además una mordaz sátira político-social de la realidad puertorriqueña. Somos un país al borde de la quiebra económica, que sigue viviendo bajo aquel adagio de los gobernadores de los tiempos de la colonia española que decía: “dadle al Pueblo baile, botella y baraja”.
Como pieza teatral, Lady Domina nos lleva, con toda intención, del pasado al presente, quizás para reflexionar que nuestra situación colonial no es nada distinta hoy a lo que fue hace siglos atrás y que el Pueblo sigue enajenado hoy, tanto como quizás lo estuvo ayer. También es original, pues recrea un mundo oscuro de secretos y pasiones prohibidas que habitan el corazón de los seres humanos desde tiempos inmemorables. Además, y por razones que no voy a divulgar para no restarle impacto a la historia, podría decirse que esta pieza es también un “Fifty Shades of Grey” criollo.
La dirección de Mariana Quiles es extraordinaria. Como directora siempre nos sorprende con lo inesperado en sus obras. En Lady Domina, Mariana Quiles, aprovecha la arquitectura histórica del Corralón para, con una escenografía mínima, hacernos creer que realmente estamos en el siglo XVII en la corte de Lady Domina. Los elementos sorpresa de la pieza comienzan desde antes de la función, con cada una de las tradicionales llamadas al público. Y desde ese instante, no se detiene la creatividad. No sé por qué, pero en esta pieza hasta el escenario me pareció más grande de lo usual y los movimientos de los actores lucieron más estilizados.
Josean Ortiz interpreta a Lady Domina o “Mimí”, como ella prefiere ser llamada en la intimidad. La trasformación de Josean en este personaje es digna de un reconocimiento. Desde que entra en escena, vemos a una mujer madura, con todas las preocupaciones y complejos que a veces llegan tarde en la vida. Todo en la caracterización de Josean es cautivante, desde su movimiento corporal hasta la expresiva mirada de sus ojos. El maquillaje y peinados realizados por Bryan Villarini aportan grandemente a la conversión de Josean Ortiz en esta marquesa. Pero es el talento y el calibre histriónico de este veterano actor lo que hace mágica su encarnación de la doña.
Jorge Armando es “Sigfrido”, el mayordomo víctima de la crueldad de la marquesa, que soporta todas estas humillaciones y vejaciones, porque lleva en su interior pasiones ocultas que se irán revelando a través de la trama. Jorge Armando es un excelente actor. Es el tipo de actor que se vive cada papel y le proyecta al público su pasión por el arte. Definitivamente fue muy acertado poner en manos de este actor la responsabilidad de representar este personaje pues, ante la fuerza actoral de un Josean Ortiz, se hacía completamente necesario tener de contraparte a un actor de igual calibre para lograr un balance interpretativo, como muy bien se logra en esta pieza.
Ramón “Gato” Gómez interpretó al pirata Francis II, a quien Lady Domina ve como su salvación ante la crisis financiera que vive, pero a quien termina alejando debido a su egocentrismo y descontrol emocional. El actor proyecta bien en escena y saca a flote al personaje, lo que no es tarea fácil cuando tienes a tu lado a dos actores fuertes como Josean Ortiz y Jorge Armando.
José Santiago interpreta al violinista de la corte que, más que una caracterización, hace una expresión musical de la atmósfera emocional que se vive en la trama. Además, interactúa con el público durante las llamadas para irlo poniendo en sintonía con la época que verá representada más adelante.
La escenografía de Yehimar Abyisys y Yiyo Tirado y la iluminación de Carlos Curtis, contribuyen al efecto surrealista de esta pieza que se piensa y se repiensa una vez finaliza la función.
Debo mencionar que mientras entraba a la sala anoche, escuché algunos comentarios de miembros de la audiencia en los que cuestionaban el donativo sugerido de diez dólares. Si la gente supiera lo que cuesta en términos materiales y emocionales hacer teatro en Puerto Rico, pensarían que es un regalo. Además, me parece inconcebible que en este país haya personas dispuestas a pagar hasta cien dólares por ir a ver a una vetusta Madonna o a cualquier otro mal llamado artista que llegue del extranjero, pero cuestionen el valor del trabajo de los profesionales del teatro nacional. El esfuerzo de un Josean Ortiz vestido con el vestuario de época de Lady Domina, en medio de la ola de calor que atravesamos en este país y en un recinto sin aire acondicionado, no tiene precio. Así que más que abrir sus carteras, les pido que abran sus corazones para apoyar lo nuestro primero que todo.
Lady Domina es una pieza solo para adultos. Así que si piensa ir a ver la última función de esta noche a las 8:30, vaya con su mente abierta como un paracaídas para que aterrice cómodamente en el terreno de realidades y secretos prohibidos en el que nos adentra esta exquisita producción de Josean Ortiz.
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